Cuando pienso sobre el tema de los valores desde el punto de vista de la sociología, me imagino al Homo Sapiens como una aberración de la naturaleza.
Es una especie en la que sus partes elementales por sí mismas son indefensas y para sobrevivir necesitan agruparse, pero la eusocialidad les está negada por la naturaleza, es decir, no existe en sus genes y en eso consiste la aberración de la especie.
Emerge entonces una autoconciencia individual que será la fuente de todos sus males y también de sus fortunas, de todas sus miserias y grandezas, tal como son percibidas y descritas por los componentes individuales de esa colectividad negada que es la sociedad.La historia de la especie debería ser vista como el esfuerzo miserable del conjunto de individuos de la especie para medrar socialidad y salvar su insignificante existencia.
En Homo Sapiens la socialidad es el resultado de una morfogénesis fallida. La Sociología debería comprenderse como una ciencia práctica, como la disciplina que analiza y estudia los intentos de Homo Sapiens por darse cierto grado de la eusocialidad negada, y por otra parte el estudio del conflicto entre su conciencia individual y su invalidez natural.
La especie Homo Sapiens Sapiens, como pretenciosamente se autodenomina, sería figurativamente una expresión tardía del Cámbrico, que fue el gran período experimental de la vida en la tierra hecho por la naturaleza misma; en tal caso, Homo Sapiens sería uno de tantos experimentos fallidos.
Bajo esta visión, Homo Sapiens Sapiens es una especie imbele en estado natural pero mortal cuando está armada, al grado que su autodestrucción está garantizada; no obstante, las Ciencias Sociales siguen el curso de la ingenuidad, embelesadas por la maravilla que es el hombre, cuando deberían agachar la cabeza avergonzadas por no percatarse de que han alagado a un imbécil.
El llamado “rey de la creación” está desnudo y no puede ocultar su malformación. Mas le valdría a las Ciencias Sociales (en especial a la Sociología) aceptar este hecho y partir de la premisa de que para salvar a la especie Sapiens deben considerar su invalidez genética y construir la tecnología ortopédica para su mal: una socialidad de lo posible.
Seguir con la idea de observar objetivamente lo “social” es querer observar un imago inexistente, el insecto tendrá una corta historia natural, pero no un futuro previsible. El presente depende de su valentía. Quizás precisamente por su carencia Homo Sapiens a lo largo de su filogénesis hasta su autoconciencia como individuo, escondió su imbecilidad bajo la idea de Dios, para poder atribuirle sus males y la posibilidad de su salvación; pero la Razón decretó la muerte de Dios, y fue entonces que el inválido arrojó las muletas desde la cima de la naturaleza, haciendo el alarde valeroso del tullido que pretende bajar las escaleras sin apoyo.
Nos hemos quedado sin la muletilla de Dios, y la ortopedia de la tecno-ciencia no proporciona el alivio necesario, Eros también está en desuso por melindroso. Al parecer sólo le queda a Homo Sapiens el espejo de su historia y el reto de ver su imagen deforme y su propia invalidez. Como he afirmado, de su futuro hasta el momento nada puedo decir porque quizás no tenga posibilidad de ser.