En cada suceso histórico, político, natural o sanitario, Oaxaca retrocede varios pasos hacia atrás. No hay que ir muy atrás para percatarse. Sólo del sexenio de Ulises Ruiz para acá, pasando por Gabino Cué, son unos cien hospitales y clínicas cuya edificación quedó suspendida. En obra negra o sin entrar en funcionamiento.
En Oaxaca no estábamos preparados para una contingencia como la del Covid 19, se dice ya como lugar común. Por supuesto, no estábamos preparados ni para atender a los enfermos de las miasmas tradicionales. Todo el tiempo, el Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, el nosocomio insignia de Oaxaca, está rebasado en su capacidad. Con enfermos colocados en el piso.
El Hospital Presidente Juárez del ISSSTE de Oaxaca igual, medio año o más podría tardar un paciente en hallar un quirófano. Una y otra vez son regresados pues siempre surge un caso de mayor urgencia, dicen.
En el IMSS quizá es peor, con salas de enfermos repletas, caóticas donde hombres, mujeres y niños se hacinan; ya hay ahí hasta conocidos médicos encargados de retrasar tanto las operaciones que los pacientes de tercera edad mueren en la espera.
Hoy anuncian que ya no hay salas para los contagiados de Covid, destacando con sensacionalismo esa noticia, cuando es noticia vieja. No estamos preparados no sólo en cuanto a infraestructura de hospitales, disminuidos por los miles de millones de pesos con que se habrían de construir y avituallar y que están en las cuentas de ex secretarios de salud y ex gobernadores, en sus casas y hasta en sus hospitales de la Ciudad de México.
Buena parte de los extravíos actuales de recursos en materia de salud están documentados por la Auditoría Superior de la Federación. Pero también los del pasado. Un solo ex secretario de Salud, está en la cárcel, Tenorio Vasconcelos, los otros gozan de impunidad.
Una terrible confesión
Pero no sólo es carencia de infraestructura, también de capacidad o calidad médica. Una declaración expresada por un médico de Oaxaca ilustra el tamaño de la negligencia: “estamos metiendo a pacientes sospechosos de Covid 19 en la sala de los infectados del virus”.
Esa terrible confesión no movió lo suficiente a la opinión pública, pues implica un peligro extremo: si el paciente no está enfermo de Covid, pues que se enferme de una vez. Se entiende el nerviosismo y hasta pavor de los médicos cuando expresan que ellos también tienen familia.
Sobre todo, su desesperación de no contar con los insumos y protección profesional. Mientras en la trinchera carecían de lo estricto, sus directivos declaraban que los proveían de lo necesario y el éxito sobre la pandemia era seguro.
De cualquier manera, el personal del ISSSTE no se negó a cumplir con su responsabilidad, aún con sus carencias y negligencias de sus directivos. No así los del Hospital Civil que con toda cachaza anunciaron que no atenderían esos casos, y se sacudieron las manos. En vez de dar la batalla real, no sólo sus “grillas” de siempre, contra su patrón el gobierno del estado.
Educación, pasos hacia atrás
Si bien, como dicen los del sector, los errores en materia de medicina son notorios, los de la educación se ven con el tiempo. Por eso decíamos, con cada contingencia Oaxaca va hacia atrás.
En el 2006 los oaxaqueños perdieron medio año escolar y fueron promovidos; cuando los sismos de 2017 también hubo pérdidas graves; hoy los “teóricos” de la S 22 dicen con no menos cachaza que no ha de perderse el año escolar pues ya habían cumplido el 60 por ciento del plan de estudio.
La educación son eslabones de conocimiento que tiene sus tiempos, cuando se pierde un tiempo éste no se recupera, se pierden eslabones que dejan sin completar la cadena. Un 40 por ciento de eslabones es demasiado. En el ámbito nacional, el 60 por ciento del profesorado está en la indigencia cibernética.
Oaxaca, siempre a la zaga, ¿andará por el 70?, para irnos por lo bajo. En eso deberían estar preparándose. Un ícono de la izquierda recomendaba dar un paso atrás para dar dos adelante, la 22 prácticamente recomienda dar un paso atrás para dar otros dos en la misma dirección.
Eso de que hay que suspender el ciclo escolar también propuesto por la UTE, corriente de la 22, es inatendible. Su postura de que es injusto que los estudiantes de comunidades sin acceso a internet se encuentran en desventaja, y por ello todos, aún quienes si tienen acceso a ese servicio, suspendan su instrucción, es insostenible.
En vez de pugnar por hacer realidad la propuesta inicial de este gobierno de la república de proveer de internet a todo el país, postulan: si hay un jodido, que todos estén jodidos.
Las clases deben continuar, maestros comprometidos, padres y alumnos hoy aprenden sobre la marcha con las plataformas a distancia. Sobre esa base, se puede extender y mejorar esta práctica, no cercenar innecesariamente el proceso.
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