Estamos ante un extraño proceso no sólo jurídico, también, político, mediático y de gestión de gobierno con el caso del señor Juan Vera Carrizal. El cálculo pareció ser entregarse ahora en medio de la psicosis de la pandemia. No resultó así, no siempre los cálculos salen.
O quizá el cálculo fue: no podrá haber marchas, ni disturbios si es liberado. Pero de que el señor las tiene todas consigo, las tiene. Hay que recordar la parábola del pato: si camina y actúa como pato, es pato. Meses para que se atendiera la acusación de la víctima del atentado con ácido, María Elena Ríos; la Fiscalía de Oaxaca sólo actuó cuando el escándalo nacional e internacional fue mayúsculo, y después que el tema llegó a la sesión mañanera del presidente.
Fiscalía General subordinada
Sin embargo, el proceso siguió lento, en tanto detenían a los implicados como autores materiales, y difundían el ofrecimiento de un millón de pesos a quien denunciara el paradero. Mucha gente decía que todo era un show, había quien afirmaba que él andaba por ahí, que la policía ni lo buscaba.
Hay escenarios inéditos. Esa fotografía del recién entregado y el Secretario de Seguridad Pública de Oaxaca, fue un despropósito. Innecesario, si se respetara le inteligencia de los oaxaqueños, pero algún mensaje simbólico contiene entre esas élites, esperando, además, que con esa foto el pueblo les aplauda una detención que no fue tal, el acusado se entregó.
El gobernador fue el primero en informar de una detención. La Fiscalía de Oaxaca, que se supone autónoma, fue la que debió informar. Al no cuidar ni las formas otra vez, es notoria su subordinación al ejecutivo y el fiscal un empleado del mismo, cuando deberían defender a la sociedad incluso hasta de dicho ejecutivo.
Imputado bien atendido
Los privilegios al imputado dueño de gasolineras y estaciones de radio, Vera, continúan, apenas tuvo otros. Parecen obstinados en mandar mensajes de poder. Aunque sean acciones dentro de los cánones legales, como ser atendido en sus problemas de salud, así como posponer la fecha de la audiencia que determinaría su condición, de una manera si bien legal pocas veces con tanta diligencia. Hoy está en esa audiencia, pero, de nuevo el trato, a puerta cerrada.
En cuanto al tratamiento político, todos quieren aprovechar el caso para lucirse de justicieros y feministas, los mismos que sólo se ocuparon del duro caso de la joven saxofonista después del gran escándalo. De los representantes populares, no hay uno sólo que no esté en este supuesto.
En el ámbito mediático tenemos dos posturas, reporteros que dan voz a la agredida y columnistas y articulistas que condenan la terrible acción, que apunta directamente al ex diputado priista, devenido en magnate en muy pocos años, Vera Carrizal. Estamos ante uno de los casos llamados indefendibles. Ahí la otra postura de comunicadores. Hay quienes justifican la agresión a la dama porque luego de sostener relaciones amorosas con él, lo que ha reconocido ella, dañaba al político con supuestas extorsiones.
Casos que no se venden
Nada justifica una agresión así, en todo caso a alguien que extorsiona, se le denuncia, no se le castiga con ácido. El juicio debe ser impecable, no sólo a los ojos de Oaxaca y México, sino de otros países a donde ha trascendido; el caso ha lastimado a las mujeres, a la sociedad, a todos. Es un asunto que afecta a la humanidad; asunto de los que no se venden, como dijo Vicente Leñero en su obra Nadie Sabe Nada, donde se introduce en el mundo de los periodistas, cuando el asesinato a Manuel Buendía.
Uno de los protagonistas de ese thriller, le decía a su compañero de redacción que había mucho dinero para dejar de lado el asunto de Buendía. Éste le respondió, los periodistas transigimos en algunas cosas, pero hay cosas que no se venden, y ésta es una de ellas, dijo. El caso de la joven saxofonista de Huajuapan de León, bien puede ser otro de esos casos a los que aludía el gran Vicente Leñero. Vale también para jueces y magistrados.
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